Robots humanoides en fronteras y astilleros: la nueva clase trabajadora de la IA

Durante años, los robots humanoides han sido sobre todo un espectáculo para clips virales y demostraciones llamativas: caminar por laboratorios, hacer volteretas en conferencias, cambiar de “expresión facial” para campañas publicitarias. Pero a finales de 2025 llega un giro serio: los robots dejan de ser entretenimiento de YouTube y empiezan a entrar en trabajos reales, sucios y de riesgo: patrullas fronterizas, inspecciones en astilleros y supervisión de enormes estructuras de acero.

La empresa china UBTech está enviando sus humanoides Walker S2 a la frontera con Vietnam bajo un contrato de varios millones de dólares. Al mismo tiempo, astilleros de todo el mundo se preparan para dejar que los humanoides asuman parte de las inspecciones, el trabajo en espacios reducidos y las tareas peligrosas que las personas suelen evitar… o en las que se lesionan.

Para el lector medio, todo suena como una mezcla de ciencia ficción entre Terminator y el agente de aduanas de la ventanilla de al lado. Para la industria es una pregunta muy concreta: ¿qué ocurre cuando las fronteras y los gigantes de acero están vigilados por robots y no por humanos?

Robot humanoide en un cruce fronterizo y en un astillero

Walker S2: un guardia fronterizo que nunca duerme

A finales de noviembre, UBTech firmó un contrato de unos 37 millones de dólares con el centro de robótica humanoide de Guangxi, una región china que limita con Vietnam. Su modelo Walker S2 se desplegará en pasos fronterizos como una especie de “funcionario multitarea del futuro”.

Estos robots miden alrededor de 170 cm, pesan unos 70 kg y están diseñados para moverse a la velocidad de un paseo constante. Una de sus características clave es que pueden cambiar su propio módulo de batería de forma casi autónoma: salen de servicio, extraen el paquete de la espalda, insertan uno cargado y vuelven al trabajo. En teoría, eso significa que pueden operar 24/7 sin descanso tradicional.

En la frontera, se espera que los Walker S2 asuman varios roles:

  • Guiar a los viajeros – dirigir a la gente hacia las ventanillas, explicar procedimientos, responder preguntas básicas mediante asistentes de voz;
  • Control de multitudes y patrullas – moverse por la terminal, detectar cuellos de botella, derivar situaciones sospechosas al personal humano;
  • Logística e inspecciones – transportar documentación, revisar visualmente equipos e infraestructuras.

Oficialmente, esto es un paso hacia procedimientos fronterizos más eficientes, seguros y “objetivos”. Pero los críticos advierten de varios escenarios más oscuros:

  • Sesgo algorítmico – si el modelo se entrena con datos problemáticos, el riesgo de discriminación pasa de la mente del funcionario al código del sistema;
  • Normalización de la vigilancia – los ciudadanos se van acostumbrando a ser observados no por personas, sino por robots llenos de cámaras, reconocimiento facial, analítica de movimiento y perfiles de riesgo automatizados;
  • Deshumanización de la interacción – el cruce de fronteras ya es estresante, y hablar con un “funcionario” humanoide puede aumentar aún más la ansiedad y la sensación de perder el control.

UBTech habla abiertamente de sus planes de tener miles de humanoides en entornos industriales reales de aquí a 2027. La frontera con Vietnam es, en ese sentido, solo un campo de pruebas inicial.

Humanoides en los muelles: Persona AI y ABS transforman los astilleros

Robot humanoide inspeccionando el casco de un barco en un astillero

Mientras el Walker S2 se prepara para comprobar pasaportes y colas, otra línea de humanoides entra poco a poco en los astilleros, uno de los entornos laborales más duros que existen: pasillos estrechos, estructuras colosales, soldaduras, ruido constante, temperaturas extremas y una elevada tasa de accidentes.

La empresa estadounidense Persona AI y la sociedad de clasificación ABS (American Bureau of Shipping) han firmado un memorándum de entendimiento para explorar robots humanoides especializados en astilleros. Su objetivo no es simplemente “soltar robots en los muelles”, sino:

  • desarrollar estándares y procedimientos para inspecciones realizadas por humanoides,
  • probar cómo se comportan los robots en espacios muy reducidos dentro de los barcos,
  • utilizar los datos recopilados para crear gemelos digitales de los buques y modelos avanzados de riesgo.

Los robots de Persona AI incorporan elementos de brazos robóticos de nivel NASA, lo que les da la motricidad fina necesaria para inspecciones visuales y táctiles muy precisas. En lugar de un brazo industrial atornillado al suelo junto a una cinta transportadora, un humanoide puede:

  • bajar a un tanque o a un pasillo estrecho dentro de un barco,
  • revisar cordones de soldadura,
  • escanear corrosión y microdaños,
  • enviar datos directamente a los sistemas de clasificación y mantenimiento.

Para los astilleros, que sufren escasez crónica de mano de obra, especialmente en oficios de alto riesgo como soldadores e inspectores, los humanoides parecen el siguiente paso lógico: “manda al robot donde la gente más se lesiona”.

Pero también aquí aparecen preguntas serias:

  • ¿tendrá el robot–inspector la “última palabra” o será solo una herramienta de apoyo para el experto humano que firma el informe?
  • ¿qué ocurre si el algoritmo pasa por alto un daño crítico y más tarde se produce un accidente en el mar?
  • ¿quién es legalmente responsable: el astillero, el propietario del robot, el desarrollador de la IA o la sociedad de clasificación?

Maratonistas de metal: por qué importa el récord de AgiBot A2

La tercera pieza del rompecabezas son los “robots maratonistas”. El humanoide chino AgiBot A2 batió recientemente un récord mundial tras recorrer más de 100 kilómetros sin parar, en un trayecto de tres días entre dos ciudades.

A primera vista, parece un simple truco de relaciones públicas: un robot caminando para el Guinness, planos espectaculares de dron, ruido en redes sociales. Sin embargo, desde la ingeniería, este tipo de “peregrinación” es una excelente prueba de estrés para casos de uso reales:

  • verificar a largo plazo los algoritmos de equilibrio y locomoción en distintos terrenos,
  • probar la navegación autónoma entre peatones, bicicletas y coches,
  • analizar el consumo de energía y la fiabilidad de los sistemas de cambio de batería en movimiento,
  • recopilar grandes volúmenes de datos para entrenar la próxima generación de modelos.

Para escenarios como patrullas fronterizas, vigilancia de zonas industriales o grandes centros logísticos, este nivel de resistencia es justo lo que importa. Si un robot puede caminar tres días sin un incidente grave, es lo bastante estable para turnos largos, al menos en condiciones controladas.

En otras palabras, estos récords no son solo “mi robot ha caminado más que el tuyo”. Son una señal de que el hardware y el software de los humanoides se acercan a la resistencia física humana en tareas específicas.

Seguridad, vigilancia y empleo: ¿dónde ponemos el límite?

Las tres historias –fronteras, astilleros y robots maratonistas– convergen en la misma pregunta: ¿cuál es el papel de las personas en un mundo donde la forma humanoide ya no es exclusiva de los humanos?

Vigilancia y privacidad

Un humanoide en la frontera no es solo un “guía simpático”. Potencialmente es:

  • una cámara móvil con reconocimiento facial,
  • un sensor de emociones (expresiones, tono de voz),
  • un nodo en una red que conecta bases de datos de pasaportes, antecedentes penales y análisis de riesgo.

En teoría, un robot podría ser menos sesgado que un funcionario humano. En la práctica, si los algoritmos se entrenan con datos desequilibrados, el sesgo se vuelve sistémico y más difícil de cuestionar que una mala decisión de una persona en la ventanilla.

Trabajo y condiciones laborales

En los astilleros, los humanoides pueden:

  • reducir accidentes y muertes,
  • asumir las tareas físicas más pesadas y peligrosas,
  • permitir que los trabajadores de mayor edad se orienten hacia funciones de supervisión y planificación.

Al mismo tiempo, queda la duda: ¿se transformarán los puestos de trabajo o simplemente desaparecerán?
Si una empresa puede sustituir tres turnos de soldadores por un solo “compañero de acero”, la presión sobre salarios y sindicatos será enorme.

Habilidades humanas en la era de los compañeros robóticos

Paradójicamente, a medida que los robots se vuelven más capaces, aumenta la demanda de un conjunto muy concreto de habilidades humanas:

  • entender sistemas complejos (legales, éticos, técnicos),
  • mediar en conflictos entre trabajadores y procesos automatizados,
  • diseñar interacciones humano–robot (UX, protocolos de seguridad, formación).

Cada vez habrá más trabajos que no serán de “programador de robots” u “operador”, sino roles híbridos que conectan dominios: desde abogados especializados en responsabilidad de sistemas de IA hasta educadores que enseñan a los niños cómo convivir y trabajar junto a compañeros robóticos.

Conclusión

En 2025, los robots humanoides han cruzado por fin la línea entre los clips virales y los contratos reales: Walker S2 está a punto de revisar pasaportes en la frontera con Vietnam, los robots de Persona AI entran en los astilleros y AgiBot A2 demuestra que los maratones ya no son exclusivos de los humanos.

Para la industria, es una oportunidad de abordar problemas crónicos: escasez de mano de obra, condiciones de trabajo peligrosas e inspecciones muy costosas. Para la sociedad, es el inicio de un nuevo debate: cuánta vigilancia, cuánta automatización y dónde trazamos la línea entre “ayuda” y “control”.

Si ayer un modelo humanoide en la pasarela de París era un shock y un símbolo del futuro de la moda, los “guardias fronterizos” y “trabajadores de muelle” de metal de hoy muestran que la siguiente fase es mucho más terrenal… y mucho más importante. En lugar de preguntar “¿es posible?”, ha llegado el momento de preguntarnos cómo, dónde y bajo qué condiciones queremos que estos robots trabajen realmente.